miércoles, 2 de junio de 2010

El perdón al projimo

"Soportándonos unos a otros, y perdonándonos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la misma manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros» (Col. 3:13)

El perdón está en el corazón mismo del Evangelio. Todo el mensaje cristiano gira alrededor del perdón de Dios a través de la cruz de Cristo y nos pide a nosotros, como discípulos suyos, a ofrecer o a pedir perdón allí donde sea necesario. Fallar u obedecer en este punto viene a ser un test básico de nuestra madurez cristiana.

¿Que nos enseña la Palabra de Dios sobre este tema? Necesitamos entender bien qué es perdonar y sus implicaciones prácticas.

1) Busca estar en paz con Todos.

• La paz no siempre es posible. A pesar de todos los esfuerzos a pesar de la mejor disposición que uno pueda tener, hay ocasiones donde no se logra restaurar una relación rota.

Pablo dice: «Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres» (Ro. 12:18).
• A pesar de que vivimos en un mundo donde el diablo tiene como meta dividir a las personas, Nuestra responsabilidad, es intentarlo, tomar la iniciativa, hacer todo lo posible para llegar a «estar en paz con todos los hombres». Los resultados ya no están en nuestras manos.

• Nuestro señor Jesús nos da el ejemplo de que el perdón es incondicional, clavado ya en la cruz, ridiculizado y humillado exclama “ Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen” LC 23:24

• Aunque la reconciliación no sea posible hay algo que el cristiano debe de hacer : PERDONAR

2.) La practica del perdón (Transforma las heridas en cicatrices.)

• Perdonar implica eliminar todos los sentimientos y pensamientos negativos hacia la otra persona.

El resentimiento, el odio, el deseo de venganza deben desaparecer con el perdón genuino. En este sentido, perdonar es un proceso similar a la curación de una herida: al principio, está abierta, sangra fácilmente y duele. Pero, una vez se ha convertido en cicatriz, ya no duele ni sangra. .

3) A veces Sera Un proceso largo y costoso.

• La disposición a perdonar puede –y debería- ser inmediata; ésta es la voluntad de Dios. Pero llegar a completar el proceso emocional y moral del perdón suele llevar su tiempo.

• . Recordemos el caso de José en el Antiguo Testamento. Perdonó a sus hermanos ( Gn. 45 y Gn. 50), pero no antes de pasar por un dilatado proceso (seguramente meses) en el que tuvo que luchar contra sus propias reacciones.

4.) No esperes al otro.

• El perdón puede ser unilateral: yo puedo, y debo, perdonar aunque la otra persona se muestre reacia a perdonar o ser perdonada. Puedo perdonar en la intimidad de mi corazón, en secreto, sin que la otra parte lo sepa. Este fue el caso de Esteban cuando, a punto de morir exclamó: «Señor, no les tomes en cuenta este pecado» (Hch. 7:60). Debemos estar dispuestos a perdonar aunque no se nos pida, o incluso cuando siguen ofendiéndonos.

5) ¿Amigos de nuevo?

• La meta primera del perdón no es que las partes enfrentadas vuelvan a ser amigas, sino que eliminen el veneno de su corazón.

• Hay veces en que es imposible volver al mismo tipo de relación después de una ofensa grave. Así ocurre, por ejemplo, en algunos casos de divorcio. Dios no nos pide un ejercicio de masoquismo restaurando relaciones imposibles.

• La reconciliación es un resultado deseable, pero no siempre posible. Pero sí que nos pide amar al ofensor con el amor sobrenatural que es fruto del Espíritu, el ágape de Cristo. Alguien dijo que el perdón es la mejor manera de librarse de los enemigos. Esta es exactamente la idea de Ro. 12:20-21.

6) ¿Perdonar requiere olvidar?

• El problema con la frase «yo perdono, pero no olvido», frecuente en labios de algunas personas, es que siguen albergando deseos de venganza y resentimiento en su corazón. No hay un simple recuerdo; es el recuerdo más su correspondiente dosis de veneno. Esta actitud sí es pecado.

• Dios es el único que puede perdonar y al mismo tiempo olvidar porque él esta fuera del tiempo «Yo, yo soy el que borro tus rebeliones... y no me acordaré de tus pecados» (Is. 43:25)

• Cuando hay perdón, el recuerdo de una experiencia dolorosa sigue ahí, pero ya no evoca sentimientos negativos u odio.. No podemos borrar los recuerdos de nuestra mente, pero sí podemos quitar el veneno de esos recuerdos.


7) Se consciente de tu propio pecado.

• Tomar conciencia de nuestras propias faltas es el requisito inicial para perdonar. Si no somos capaces de ver primero «la viga» en nuestro propio ojo, difícilmente llegaremos a perdonar al prójimo. Este fue el procedimiento que siguió Jesús en casa de Simón el fariseo (Lc. 7:36-50).

• Por tanto, perdonar requiere, primero, arrojar luz en los oscuros rincones de nuestra conducta y descubrir la sutileza del pecado que «mora en mí»: el egoísmo en nuestras motivaciones, la soberbia, el orgullo, el laberinto de nuestras pasiones, nuestro potencial violento, la vanidad y una lista larga de «obras de la carne» se ponen al descubierto cuando nos miramos en el espejo de la Palabra de Dios

8)Perdona como Cristo lo hizo con nosotros

• Así que vístete de el poder de Dios, lleno de misericordia de humildad de paciencia, en lo que este de ti mantente en paz con todos los hombres, si has ofendido o alguien requiere tu perdón, no dudes en perdonar, recuerda que como el nos amo y perdono así mismo debemos de hacerlo nosotros sus hijos.

Colosenses 3:12,13 Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia;

soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros

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